Abuso policial contra las prostitutas de Barcelona
Una patrulla de la Guardia Urbana rocía con spray irritante a un grupo de chicas sentadas en una calle del Raval. El gas afecta a los clientes de una tienda de móviles y a varios peatones
Los agentes de la Guardia Urbana que mantienen la presión contra las mujeres que ejercen la prostitución en la calle, anunciada por el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, no siempre usa métodos ortodoxos. Una patrulla de este cuerpo policial roció espray irritante a un grupo de mujeres que ayer por la tarde esperaban clientes repartidas a lo largo de la calle de Sant Ramon, en el barrio del Raval.
El gas que lanzaron desde la ventanilla de la furgoneta también afectó a los clientes de una tienda de móviles situada en mitad de la calle y a algunos peatones que pasaban por el lugar. La Guardia Urbana ya ha abierto un expediente informativo para aclarar los hechos.
Un grupo de prostitutas que salieron corriendo para huir de los efectos del espray, con los ojos enrojecidos y lágrimas en la cara, asegura que "sucede de vez en cuando. También nos han tirado petardos. Algunos lo hacen como si fuera una broma, no nos dejan tranquilas".
"A mí ya me pasó otra vez. Puede hacer daño a alguien que esté enfermo y se asuste", se quejaba un amigo del propietario de la tienda de móviles mientras se echaba agua en los ojos para calmarlos.
El abuso del policía que lanzó el espray desde la furgoneta en la calle Sant Ramon tuvo lugar a las 16.50 horas. Un minuto antes, los dos agentes que iban dentro del vehículo se despidieron de dos compañeros que se quedaron en la esquina con la calle Sant Pau mirando cómo circulaban, muy lentamente, entre las prostitutas, la mayoría rumanas muy jóvenes.
- ¡Qué martirio, qué martirio! -dijo en tono de broma el policía que iba de copiloto.
Público fue testigo de esta conversación y también vio cómo, segundos después, salía un chorro de gas pulverizado de su ventana a la altura de unas prostitutas que estaban sentadas en la acera. Inmediatamente después, las chicas, los clientes de la tienda de móviles y dos hombres de unos 50 años que charlaban tranquilamente en el poyete de una ventana próxima salieron corriendo para alejarse del lugar.
- Otra vez -se quejó una joven rumana a los policías que miraban desde la esquina.
- Nos han tirado gases -dijo otra.
Los dos agentes mantuvieron silencio, también cuando Público les preguntó si habían visto lo que habían hecho sus compañeros. Poco después se fueron.
La indignación desapareció con los gases. "Estamos acostumbradas. Somos rumanas, europeas, en teoría tenemos derechos, pero la verdad es que no es así. El otro día un policía de paisano empezó a gritarme y yo también le grité a él. Esta tarde es lo de los gases, de vez en cuando un petardo. Pueden abusar porque saben que no los vamos a denunciar", explicaba, con resignación, esta prostituta de poco más de 20 años que llegó a Barcelona hace ocho. A su lado, sentadas en el portal de un piso en el que continuamente subían y bajaban clientes, dos rumanas más jóvenes que ella le daban la razón.
La más delgada, con cara aniñada, improvisó un gesto con las manos para contestar que hacía "muy poquito" que estaba en Barcelona. "Seis meses", respondió su compañera. Menos expresiva fue a la hora de contestar qué pensaba de la redada policial que el pasado miércoles de madrugada logró liberar a una menor nigeriana de 15 años obligada a prostituirse en esa misma calle y en la de Robador, situada a pocos metros. "He oído algo, pero poca cosa", dijo, y desvió la atención hablando de un cliente de más de 70 años, a quien una prostituta latinoamericana ayudaba a subir las escaleras. "Este es de los que vienen a mirar".
Igual de tranquila, aparentemente, estaba la calle Robador 20 minutos después. Algunas prostitutas subsaharianas esperaban en la sombra. Otras, que llevan décadas en el barrio, se refrescaban en los bares Alegría y Andalucía. De repente, un hombre entró en uno de ellos y preguntó a un cliente habitual: "¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo!"
Su interlocutor le contestó que había estado fuera tres meses. "En el hospital", remarcó. Pero nadie le escuchaba. El hombre que había iniciado la conversación estaba pendiente de lo que pasaba fuera, donde habían llegado los dos policías que habían estado mirando la furgoneta desde la esquina. Los agentes también fueron breves en un primer momento a la hora de responder si habían visto que el copiloto del vehículo usaba un espray contra las prostitutas. "No, no lo hemos visto", dijo uno de ellos.
-¿Y por qué no habéis hecho nada cuando la gente, con los ojos irritados, ha ido a quejarse a vosotros del espray? -preguntó Público.
- Lo que nos dijeron es que les habían lanzado algo, pero no sabían bien si era desde un balcón...
- Y si alguien lanza algo desde un balcón, ¿no vais a ver qué ha pasado?
- Pasan tantas cosas... Además, nos ha llamado nuestra brigada y nos hemos tenido que ir.
- Ya, pero sabéis perfectamente qué ha pasado. Ha habido un abuso por parte de unos compañeros y lo habéis visto. Y las chicas dicen que no es la primera vez.
- A nosotros no nos ha pasado nunca, es lo único que podemos decir. ¿En qué diario trabajas?
- En Público.
- ¿Y además de tu diario, lees otros?
- Sí, y sabemos que el miércoles de madrugada liberasteis a una nigeriana de 15 años y que en los últimos días habéis rescatado a otras menores.
- ¿Tienes foto? - preguntó el otro policía.
- ¿Qué?
- ¿Que si llevabas cámara?
- No, por cierto, había una chica rumana muy joven en la calle.
- ¿La delgadita? Sí, ya sabemos quién es. Tenemos su filiación. Los compañeros que hay en el barrio están haciendo bien su trabajo.
Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona confirmaron a última hora de ayer mediante un sms que "la Guardia Urbana cuenta con esprays como arma de defensa. Se hace un uso muy restringido, en ocasiones muy puntuales". Sobre el hecho de que se utilizaran en un caso como este, respondieron que "no es una práctica habitual del cuerpo. De todos modos, se abre un expediente informativo para recabar la máxima información sobre los hechos descritos". Si el ayuntamiento los confirma, se abriría un expediente sancionador a todos los agentes implicados.
Público.es