Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

domingo, noviembre 16, 2008

COMPROMISO, ESTRATEGIA Y MOVIMIENTO ANARQUISTA



Compromiso, estrategia y Movimiento Anarquista

Manuel Antonio Oliva

Habitualmente se lee en nuestros medios y se escucha a nuestro alrededor hablar repetidas veces de estrategias y tácticas. Oímos descabelladas afirmaciones como que los anarquistas no debemos hablar de tácticas y estrategias, pues son términos militares o que ya llegará el momento de hablar de las mismas, pues aún estamos muy verdes. Otros, casi sin hablar de ello, pretenden llevar a las organizaciones anarquistas, o a la anarcosindical española, CNT, a una suma de plataformismo-frente popular-sopa de letras-todo vale. Habría que añadir posibilismos, absurdos planteamientos de acercamiento a la CGT u organizaciones similares, Llamamientos de unión a los insurreccionalistas, espontaneistas... De todo ello hablaremos más tarde.

Es lógico que conforme se van incorporando personas, sobre todo jóvenes, a las filas libertarias hablemos de estos temas y demos entre todos unas pautas para entender qué es y ha sido la estrategia anarquista. Es importante determinar adecuadamente, más o menos, nuestro plan de acción, nuestra maniobra de lucha, incluso nuestra forma de organización general; pues de ello deben salir los procedimientos para llegar a nuestro fin: la anarquía. El anarquismo, como expresión de un orden ético humanista, y los anarquistas, como personas inquietas por las cuestiones sociales, estamos siempre buscando la forma y el lugar de aplicar la palanca para modificar, nuestra palabra será revolucionar la realidad social, que si bien es un término empleado por los marxistas, hay que verlo como expresión sociológica, en cuanto término neutral y libre de malinterpretaciones.

Nos decimos revolucionarios, y, con la condición de serlo, no rechazamos, como se dice por ahí, el método de la acción insurreccional, aunque debe quedar claro que cualquier revolución no nos vale para nuestros fines, pues, no siendo enemigos de la acción de fuerza, afirmamos, sin embargo, que eso no es la revolución, o al menos toda la revolución. Nuestro objetivo primordial es construir un amplio movimiento popular impregnado de nuestra ideología, donde la cultura libertaria, entendida en su máxima expresión, sea el motor, la palanca precisa para las transformaciones sociales que pretendemos.

A Malatesta me remito para clarificar algunas cuestiones sobre la estrategia anarquista: "No hay medios pacíficos y legales para salir de tal situación, y es natural que así sea, ya que la Ley ha sido hecha por los privilegiados expresamente para defender sus privilegios". Con esta norma, que no es la doctrina emanada de ningún evangelio sino las conclusiones de una persona observadora de su medio social, podemos descartar, sin lugar a la duda, cualquier aventura que intente la revolución por medios parlamentarios, tengan éstos el cariz que se quiera (sindical, local, estatal, europeo...) Asimismo cualquier movimiento declarado "pacifista", que rechace la confrontación directa y el uso de energías revolucionarias en un momento determinado.

Compréndase bien que el fin de la revolución es la hermandad humana, la fraternidad de todos los seres, la liberación de todas las personas, para ello la rebelión ha de producirse, y nosotr@s decimos que ha de ser organizada, no dirigida, sí orquestada por todos los oprimidos, explotados, excluidos, nunca bajo la batuta de un director o directores. Aquí estriba una de las dificultades -y a la vez grandeza- de nuestro ideario; por eso, hacer propaganda (en sus diversas formas) es para los anarquistas uno de los objetivos principales de cualquier estrategia. En resumen: Convencer por las buenas, simple y llanamente, convencer a tu vecino, a tu compañera de trabajo, al dependiente de la tienda, al ayudante del mecánico de que la anarquía es posible.

Sintiéndonos parte del pensamiento socialista, nos preguntamos cuál es la mejor forma de organización social que se puede adaptar al principio de solidaridad, cuál es el método preciso para llegar al Socialismo Libertario. ¿Pero cuál es el carácter general de ese socialismo del que hablamos? En esencia, que nadie pueda explotar el trabajo de otra persona y que nadie pueda imponer a los demás su voluntad mediante la fuerza o mejor, mediante el poder político con todas su secuelas: policial judicial... El medio para el socialismo que elegimos los anarquistas es la organización libre, el pacto libre, la federación de asociaciones. Aquí y ahora, habría que mencionar la especial atención que el anarquismo español le ha prestado al sindicalismo pues ha sido y es para los anarquistas una fuerza de resistencia y una trinchera de defensa de los explotados contra los abusos del capitalismo y del Estado. Esto debería de ser lo que se llama sindicalismo, no la especie de agencias estatales que representan la infinita gama de sindicatos. Se equivocaron los anarquistas que criticaron y critican al anarcosindicalismo por sus posturas presuntamente reformistas. Dichos anarquistas no han entendido el valor fundamental que representa para la estrategia anarquista el anarcosindicalismo. Y entiendo que el anarcosindicalismo no es una ideología en sí, ni que pueda existir un pensamiento anarcosindicalista, como he oído decir a algunos compañeros. El anarcosindicalismo es un método del anarquismo, es sustancia de la esencia, como diría algún filósofo. Se ha pretendido separar a uno del otro en cientos de diatribas, de discusiones, de palabrería fácil y gratuita. A pesar de ello, ambos se necesitan mutuamente y han de recorrer juntos muchos caminos. El anarcosindicalismo, digámoslo así, es el efecto práctico y vital del anarquismo aplicado al mundo del trabajo.

La difusión de nuestro ideal libertario, la propaganda tan denigrada por algunos, es un trabajo imprescindible para que la estrategia determinada sea efectiva. Se requiere además un conocimiento general del mundo en que vivimos, y no sólo por la parte, digamos, concienciada. La idea de vanguardias dirigentes debe ser descartada. La acción difusora y activa de pequeños grupos o colectivos es más efectiva y verdaderamente anarquista que planteamientos vanguardistas y/o dirigistas. La vitalidad anarquista, emanada de su planteamiento estratégico, aunque sólo sea instintivo, se muestra en su miles de hojas escritas y pequeñas publicaciones esparcidas por todo el territorio hispano. Ese anarquismo instintivo, que casi todos hemos practicado en un principio, es tan importante como el anarquismo ya formado que podamos tener con la lectura, el debate y la relación con otros anarquistas.

Un objetivo primordial de nuestra estrategia, aunque sea por reflejo intuitivo, es el construir un movimiento fuerte, extenso y serio, con gran capacidad de movilización social. Es decir: implicar a mucha más gente de la que habitualmente se reclama del anarquismo. Esto ha traído y trae de cabeza a muchos anarquistas, que, haciendo objetivo fundamental el crecimiento de nuestro movimiento, han dejado de lado otros planteamientos esenciales, y ni han convertido al movimiento anarquista en fuerte ni han logrado otros objetivos; todo lo contrario, sólo se ha logrado vaciar de anarquismo al pretendido movimiento, confundir a muchas personas y en ocasiones desmantelar lo trabajado anteriormente.

Aquí habría que hablar de las estrategias carentes de sentido anarquista, e incluso y a todas luces de sentido práctico. Una de estas estrategias es el llamado plataformismo o frentepopulismo, al que algunos se afanan en promocionar tan descaradamente. Sólo con un ligero vistazo a la inmensa mayoría de estas plataformas o frentes planteados falsamente como aspiraciones populares o movimientos populares, podemos ver lo que realmente son. Lo popular suele ser virtual, mero escaparate de vanidades de partidillos y asociaciones que van a remolque de estos, que camuflan sus intereses de partido en supuestas organizaciones de base, no gubernamentales y pretendidamente reivindicativas. Las plataformas se plantean y alimentan, no ya por los partidos a secas, sino por sus dirigentes, que buscan apoyo popular, transcendencia pública, publicidad fácil... Suelen tomar vida cerca de las elecciones, o cuando una cuestión de preocupación social tiene tintes de reventar por cualquier lado. Así aparecen líderes, profesionales del movimiento ciudadano, liberados de la lucha social, activistas a sueldo fijo y dietas, lideres o aspirantes a ello buscando su espacio y sus apoyos. No les viene nada mal que los anarquistas les apoyen, aunque en cuanto puedan criticarán a los mismos, desprestigiarán, harán escarnio y mofa de algunas actitudes anarquistas, y hasta se atreverán a decir cosas tan aberrantes cómo que "los nazis quemaron un parlamento" en referencia a algunas frases coreadas por anarquistas y simpatizantes.

Algunos opinan que es bueno participar en estas movidas; que se les puede inyectar una perspectiva libertaria y que hay que estar con la gente (justificaciones muy pobres y peregrinas). No digo que, en alguna ocasión y con el ánimo de romper la dirección de tales movimientos, con ganas de desprestigiar a los líderes políticos y actuar mediante la acción directa para imprimir un verdadero carácter revolucionario a tal movilización desde un inicio, se deba intervenir en algunas de estas historias, pero habrá que tener las cosas muy claras. Claro que esto es muy difícil. Los dirigentes de la contienda preferirán que todo se les vaya al traste antes de dejar que los anarquistas impregnen su plataforma, porque, nadie se engañe, será su plataforma y cuando no controlen la misma harán todo lo posible para hundirla. Ejemplos hay de sobra.

La dinámica del movimiento anarquista ha de ser propia. Como bien dice un compañero, "tenemos que andar con nuestros propios pies". La iniciativa de nuestras acciones, desde un inicio debe estar pigmentada por el funcionamiento ácrata. El plataformismo -o frente popular-, y las posibilidades de acratizar movilizaciones lanzadas por partidos políticos, están planteados sobre cimientos viejos, verdaderamente carcas y caducos, de cuando las diferentes formaciones de izquierda se llamaban revolucionarias. Hoy, salvo el anarquismo, todas se reclaman parlamentaristas de una forma u otra, rechazan la revolución como medio y no tienen remilgos en pactar con cualquiera y al precio que sea. Sólo hay que ver cómo han acabado los verdes alemanes y otras formaciones similares. Seamos serios con esta cuestión y consecuentes con lo que decimos ser. El compromiso con la Idea requiere seriedad, y muchas cuestiones que están ocurriendo en nuestro movimiento carecen de compromiso, seriedad y hasta de ideario anarquista.

Está resultando de esta exposición, paradójicamente y contrario a lo afirmado por los modernos "neoanarquistas" que lo viejo y lo dogmático es el plataformismo-frente popular, pues se asienta en un presupuesto falso, la presunta inclinación revolucionaria de las llamadas fuerzas de izquierda, y que el intento de imponernos dichos modos frentepopulistas a muchos otros anarquistas que no comulgamos con ello hace que esta actitud tenga un carácter dogmático, pues se nos intenta llevar al frente-populismo mediante el hecho consumado, pese al rechazo claro de un amplio sector libertario. Ahí están los ejemplos: Movilizaciones capitaneadas por partidos políticos en las que participa la CNT y en las que ni siquiera aparecen en los medios informativos referencias a nuestro sindicato. ¿Para qué tanta dejación de principios? ¿Para firmar manifiestos claramente reformistas, vejatorios, entreguistas? Quiero hacer reflexionar a aquellos compañeros que sanamente plantean la colaboración con diferentes colectivos y partidos de la "izquierda", aunque a veces ni de la izquierda. Deberíamos debatir qué supone aparecer en un cartel con varias decenas de formaciones y qué es lo que se pierde por este camino. Y no pasa nada por que un día y tras debatirlo mucho se vaya a una de estas historias, siempre que sea una excepción. Lo malo es pensar que esta dinámica sirve para potenciar la lucha libertaria y a la vez no se hagan esfuerzos por potenciar una dinámica propia y revolucionaria como de la que hablé anteriormente. Triste es contemplar cómo algunos colectivos, sindicatos, grupos libertarios prefieren ir con la CGT o IU antes de plantear siquiera una coordinación con elementos anarquistas cercanos a los mismos. Triste, descorazonador y, a veces, hasta sospechosa la actitud de algunas entidades libertarias.



Otros planteamientos, para mí y bajo mi óptica, alejados de las propuestas anarquistas son los llamados ácratas antiorganización, espontaneistas, insurreccionalismos varios, nihilismos antitodo. Están faltos de una verdadera ideología, encasillados en "otras formas de anarquismo", y, opuestos por sistema al llamado anarquismo clásico, han ido adosando al cuerpo anarquista algunas prácticas que poco o nada tienen que ver con el mismo. Se trata, a veces, de un pretendido anarquismo con praxis ajena, otras, de cosas peores, y no discuto la buena fe y buena disposición de muchas personas que se puedan encuadrar en las formaciones correspondientes; incluso llego a pensar -y no afirmo por no tener evidencias claras- que se está jugando premeditadamente con esa buena fe. Además, el continuo emplazamiento de muchos llamados anarquistas en el "fuera de la ley", aunque sean leyes éticas o naturales, hace que se autoproclamen anarquistas simples "expropiadores profesionales" especializados en"acciones" de todo tipo que justifican sus apropiaciones y muertes con el pretendido daño que se le hace a la sociedad de consumo. Bien ha dicho otro compañero que socializan los daños y privatizan las ganancias de sus "acciones".

En fin, habrá que madurar y perfilar la estrategia. Yo aporto mi punto de vista, mi granito de arena para participar en la construcción de un movimiento revolucionario, anarquista y efectivo, siempre en la medida de nuestras posibilidades y fieles, aunque esto suene a añejo, a nuestros principios; pues el anarquismo o es fiel a sus principios o no es anarquismo. La anarquía, el racionalismo crítico, como la llamó Kropotkin, es esa búsqueda de compromiso moral, que en ocasiones, en más de las deseadas, no se ve en algunas asociaciones libertarias o en personas declaradas libertarias. Compromisos reales con el ideario y ganas de fortalecer el movimiento falta en diferentes "fracciones" ácratas. Debates efectivos y esclarecedores donde se diga lo que piensa y quiere cada uno. Sinceridad y honestidad, rasgos característicos de los libertarios. Definir lo prioritario y economizar energías, que muchas veces se pierden en atacar a quienes simplemente dicen y escriben lo que piensan.

Seguiremos con el tema.