Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

jueves, septiembre 27, 2012

Fermín Salvochea Álvarez









El 27 de septiembre de 1907 muere en Cádiz, Andalucía, España, Fermín Salvochea y Álvarez, una de las figuras más importantes del anarquismo hispano del siglo XIX, que llegó a ser alcalde de su ciudad natal y presidente de su cantón durante la primera república. Había nacido el 1 de marzo de 1842 en Cádiz, en el primer piso del número 32 de la plaza de las Viudas (hoy calle Fernando García de Arboleya), en una familia de la burguesía liberal gaditana de origen navarro, su abuelo paterno se había establecido en Cádiz procedente de Navarra para dedicarse a la exportación de vinos de la comarca (Jerez, Sanlúcar de Barrameda, Puerto de Santa María) y su madre, María del Pilar Álvarez, era prima del político y economista Juan Álvarez Mendizábal. Cuando tenía 15 años, su padre, Fermín Salvochea Terry, siguiendo las tradiciones de la burguesía mercantil gaditana a la que pertenecían, lo envía al Reino Unido para que se familiarice con las técnicas comerciales y aprenda idiomas; permanece cinco años, repartidos entre Londres y Liverpool, pero se dedicó a estudiar más los problemas sociales de la época, y así entró en contacto con círculos radicales, progresistas y humanistas, más que con los propiamente mercantiles; se dedicó al estudio de Robert Owen, de Thomas Paine, de Charles Berdlow (a quien conoció personalmente) y de Charles Fourier.
Retorna a Cádiz en 1864 con ansias de reformar la sociedad, bien influido por las doctrinas del «socialismo utópico» y del ateísmo. Es conocido por todos por su tolerancia y generosidad. En 1866 adquiere notoriedad por su participación en un proyecto de liberación de unos presos políticos encerrados en las casamatas gaditanas de San Sebastián y de Santa Catalina. Su activismo se incrementa en la Revolución de 1968 «La Gloriosa», como hombre de confianza de los conjurados y enlace del general Prim: miembro de la Comuna de Cádiz, vocal del Comité Democrático en octubre, eje del levantamiento gaditano del 5 de diciembre de 1868, nombrado segundo comandante de uno de los batallones de «Voluntarios de la Libertad» con el que defendió Cádiz hasta el 11 de diciembre, cuando se entregó y fue encerrado en la fortaleza de Santa Catalina .
En enero de 1869 fue elegido diputado a Cortes Constituyentes, sin que el Gobierno provisional reconociera esta elección, y en febrero de 1869 el nuevo parlamento le aplica la amnistía. Reemprende su campaña andaluza de agitación por el federalismo y apoya el movimiento de octubre de 1869. Organiza, junto con Cristóbal Bohórquez, José Paúl y Angulo y Rafael Guillén Martínez, guerrillas armadas contra el gobierno en la Sierra de Cádiz, tomando Alcalá de los Gazules, pero son derrotadas por las tropas gubernamentales y le obligan a buscar refugio en Gibraltar, donde el 12 de enero de 1870 encabeza una manifestación antibonapartista a raíz del entierro del periodista Victor Noir, y en Londres. En 1871, gracias a la amnistía promulgada por Amadeo de Saboya, vuelve a Cádiz, es en esta época cuando se introduce en la Internacional anarquista, estableciendo una buena amistad con los bakuninistas Anselmo Lorenzo y Francisco Mora, aunque sigue apoyando las ideas republicanofederales. Con el establecimiento de la I República, el 23 de marzo de 1873 fue nombrado alcalde de Cádiz. Líder indiscutible del revolucionario Cantón de Cádiz, sin dejar de lado el fusil, fue elegido presidente de su comité administrativo. Fue detenido por las tropas del general Pavía cuando la derrota del episodio cantonal gaditano, juzgado a principios de 1874 por un Consejo de Guerra en Sevilla y condenado a cadena perpetua, permaneciendo dos años encarcelado en Peñon de La Gomera y en Ceuta a partir 1876, pero nuevamente fue trasladado a La Gomera. Los años pasados en las cárceles le permitieron conocer a fondo el pensamiento anarquista y comprender la insuficiencia del republicanismo federal, al tiempo que conoció numerosos independentistas cubanos. Renuncia al indulto que el ayuntamiento gaditano le consigue en 1883, ya que no abarcaba a todos. En 1884 logra huir del presidio y con un velero magrebí llega a Gibraltar, y después de una temporada en Lisboa y Orán, se establecerá en Tánger. Retornó a la Península, después de la amnistía que siguió a la muerte de Alfonso XII, y se entregó a una intensa campaña de propagación de las ideas anarcocomunistas. En febrero de 1886 fundó el periódico El Socialismo, donde reivindica la huelga general como herramienta de lucha, y que será muy perseguido por las autoridades, por lo que deberá permanecer varias veces en la cárcel. En 1891 participó en el Congreso del Pacto en Madrid y hace un mitin, con Ricardo Mella y Juan José García, en Córdoba. Cuando en febrero de 1891 se convocaron por primera vez en el estado elecciones generales por sufragio universal masculino, preconizó la abstención, ya que pensaba que sólo la revolución social podía salvar el proletariado. El 29 de abril de 1891 fue detenido, con José Ponce y Juan José García Ríos, juzgado el 7 de diciembre por la colocación de bombas en Cádiz y encarcelado en esta ciudad. Cuando estaba encerrado se produjo el levantamiento de Jerez del 8 de enero de 1892; considerado uno de los jefes, fue condenado el 12 de febrero de 1893 a 12 años de prisión. En agosto de ese año fue encerrado en la prisión de Valladolid bajo régimen de incomunicación, por negarse a escuchar misa, y las condiciones eran tan penosas que intentó suicidarse cortándose las venas; después de un tiempo en el hospital, el 21 de agosto de 1898 fue trasladado a la prisión de Burgos, donde su situación mejoró. En 1899 fue excarcelado junto con los presos del proceso de Montjuic y 8.000 gaditanos lo recibieron clamorosamente en su ciudad. Con la vista muy débil, se estableció en Madrid con Pedro Vallina Martínez, donde vivió pobremente con los ingresos de una representación de vinos y escribiendo para varios periódicos (El Liberal, El Heraldo, El País). Durante estos años madrileños frecuentará el Centro Federal del Horno de la Mata, el Casino Federal, la Sociedad de Librepensadores, la redacción de La Revista Blanca y Tierra y Libertad . En lo personal apreciaba bastante a Soledad Gustavo. En 1900 participó activamente en la organización del entierro de Pi y Margall, en el estreno de Electra de Pérez Galdos y en la preparación del Congreso de ese año. Desde Madrid participó en la organización de la huelga general de Barcelona de 1902. En 1905 en La Línea, se reunió con Vallina para preparar un atentado contra el rey como acicate de un movimiento insurreccional. En estos años traducirá y editará folletos, actividad que le obligó a huir hacia Tánger acusado de delitos de imprenta. A principios de 1907 volvió a Cádiz. Escribió en numerosos periódicos de la prensa anarquista y republicana, como Acción Libertaria, La Alarma, La Anarquía, Bandera Social, Boletín de la FRE, El Corsario, El Cosmopolita, La Huelga General, La Idea Libre, El Heraldo, El látigo , El País, El Porvenir del Obrero, El Productor, El Progreso, El Pueblo, La Revista Blanca, Tierra y Libertad, El Trabajo, La Voz del Obrero del Mar, etc. Es autor de Las contribuciones de sangre, Al esclavo (1900), Cantos de la Escuela Moderna (1905, en colaboración) y de varias traducciones (Milton, Louise Michel, Kropotkin, Flammarion, etc.). Conoció multitud de anarquistas y fue muy amigo de Blasco Ibáñez, Nicolás Estévanez, de la familia Urales y de Sánchez Rosa.
Fermín Salvochea murió de una lesión de columna producida cuando cayó de la cama donde dormía, oficialmente por «meningomielitis aguda » y con situación económica desesperada. Su entierro fue una gran manifestación de duelo popular con más de 50.000 personas. Durante su entierro, empezó a llover a cántaros y cuando la comitiva pasaba por el ayuntamiento, el alcalde ordenó que el féretro entrara en la casa consistorial diciendo: "Esta es su casa. Que no salga hasta que no acabe la lluvia". En Cádiz hay un dicho popular que dice: "Llueve más que el día que enterraron Bigote" , nombre cariñoso con el que era conocido Salvochea.
Su figura fue novelada por Blasco Ibáñez en La bodega, y por Valle-Inclán en Baza de espadas, y es el protagonista de muchos tanguillos populares gaditanos.



EL POBRE Y EL RICO

Un pasajero que de orgullo henchido
navegaba en primera,
con desprecio miraba al desvalido
viajero de tercera.
"Al que hable de igualdad, decía el primero,
considero insensato"
¿Cómo ha de ser cual yo, quien sin dinero
se encuentra y sin zapatos?"
Y entre tanto en el pecho del segundo
el odio se despierta,
al ver que en contra suya todo el mundo
parece se concierta.
Mas pronto la comedia cruel y fría
tornárase en tragedia
al no surgir brillante un nuevo día
del mismo mal que asedia.
Un choque atroz, terrible y formidable
la catástrofe anuncia
y de la muerte el fallo inapelable
en alta voz denuncia.
Entonces de las clases los extremos
sin mirar diferencia,
con ardor se dirigen a los remos
y se unen sin violencia.
El peligro común de los mortales
la vanidad ahuyenta
y hace se reconozcan como iguales
entrando en la ancha senda.
La vida del error no es más que un día,
aunque parezca larga;
la verdad solamente da alegría
y nunca es una carga.

Fermin Salvochea