UGT exige ‘negociar’ el futuro de los 8.300 liberados sindicales andaluces
Después de tres décadas de gobiernos del PSOE en Andalucía, en las que los sindicatos han oficiado de compañeros de viaje del partido en el poder, con prerrogativas y apoyos económicos en nombre de pactos y concertaciones, Javier Arenas acaba de trastocar el esquema anunciando que le va a dar un tajo al dinero que los partidos y sindicatos reciben del erario público si llega al poder. Los partidos se han callado, pero los sindicatos, que ya temían una reducción en el número de liberados antes del anuncio de austeridad en las subvenciones, han amenazado con movilizaciones.
Todo empezó cuando en algunas comunidades gobernadas por el PP se redujeron los liberados sindicales en nombre de la austeridad. El líder de UGT de Andalucía, Manuel Pastrana, temiéndose que la ola llegara a Andalucía, hizo una firme defensa de la figura del liberado, que "dedica todo su tiempo, que suele ser más de la jornada laboral, al ejercicio sindical intentando defender los derechos de los trabajadores y resolver los problemas y conflictos laborales en su empresa".
Más de ocho mil liberados
Con más de 8.300 liberados sindicales en Andalucía, sumados los sectores público y privado, y con una estructura sindical en la Administración pública que les otorga poder político en planes de concertación donde se mueven miles de millones, los sindicatos no parecen dispuestos a perder influencia, aunque saben que algo tendrán que ceder.
Pastrana, después de su alegato en favor de los liberados, se ha mostrado dispuesto a hablar con quien gobierne, apuntando a un futuro Ejecutivo de Javier Arenas en Andalucía. “Si realmente el argumento es la situación económica, UGT está dispuesto a hablar de reducción de liberados sindicales, siempre que el partido que gobierne esté dispuesto a reducir de la misma manera el liberado político; pero si el argumento se centra en limitar la capacidad de intervención de los sindicatos, UGT-A va a pelear con uñas y dientes por defender el derecho de los trabajadores a organizarse", asegura el líder de UGT.
El cóctel conflictivo que hoy mueve a los dos grandes sindicatos en Andalucía es una mezcla de temor a perder un estatus consolidado en tres décadas de gobiernos socialistas por el imperativo de la crisis, y la debilidad de unas centrales que han perdido credibilidad, apoyo ciudadano y militantes que paguen religiosamente sus cuotas. A todo ello se une el desalojo que han sufrido estas dos grandes centrales de la Administración de la Junta en las últimas elecciones sindicales, en las que los funcionarios les hicieron pagar su apoyo al decretazo del enchufismo del gobierno de Griñán.
Para levantar cabeza y de paso movilizar al electorado de izquierda, CCOO y UGT caldean el ambiente preelectoral con el temor a despidos masivos de contratados en las administraciones, sobre todo en muchos ayuntamientos que se encuentran en bancarrota y que han dado origen a manifestaciones de miles de empleados públicos que temen por su futuro laboral. Es precisamente en este segmento de la población laboral pública donde se encuentra la base sindical que ha entrado en los ayuntamientos de la mano del PSOE en los últimos años y ahora se encuentran con gobiernos del PP que tienen que hacer frente a la ruina heredada.
El líder de CCOO, Francisco Carbonero le pide “al señor Arenas que no haga más demagogia con esto porque bajo el discurso de la austeridad, de los recortes y de los ajustes está el deterioro de la democracia y de los servicios a los ciudadanos", y añade que "Dice muy poco de quien quiere gobernar Andalucía, que pretenda deteriorar con sus discursos los instrumentos democráticos que tantos esfuerzos han costado conseguir". Carbonero ha apoyado su discurso en este debate en la idea de mientras más dinero público va a los sindicatos más calidad democrática existe.