Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

sábado, febrero 15, 2014

La moda de la rebelión


Sé que a alguna gente incomodará este texto.
Y lo sé porque creo que hay quienes de buena fe que se prestan a estos movimientos y lo hacen de manera sincera. Sin embargo soy fiel al axioma de F. Nietzsche que versa:

"Nada es más necesario que la verdad y, con relación a ella, todo lo demás no tiene más que un valor de segundo orden."
Hablamos de los movimientos al estilo 15M, 25S, indignados, acampada o #Yosoy132 en México.
Pero antes de referirnos a ellos es preciso hacer notar un par de cosas:


Aportaciones históricas sobre el accionar de los gobiernos

Durante el siglo XVIII, XIX y buena parte del XX (por referirnos a épocas más o menos cercanas), los gobiernos censuraban descaradamente aquello que podía afectar a sus intereses. Toda forma de oposición era duramente silenciada.
La guillotina, el cadalso, la cárcel o la simple muerte de los miembros más destacados de una organización opositora era la forma más común de terminar con la oposición al gobierno. Todos estos hechos se reprodujeron tristemente muchas veces en distintos países. La Comuna de 1871 es quizá el más significativo del siglo XIX; eso no quiere decir, sin embargo, que ejecuciones sanguinarias como esa no se hayan reproducido en el siglo XX, ni que tampoco los haya ahora mismo. Podríamos incluso dar un par de ejemplos de cómo en ésta época el gobierno ha actuado de manera similar a sus antecesores del siglo XIX y XX. Nos abstendremos de ello no por otra cosa, sino por no hacer de este texto algo muy extenso, además de ser algo muy visible con tan solo empaparse un poco de los movimientos sociales en cualquier parte del mundo.
La represión descarada y bestial de la oposición, decía, era una práctica cotidiana de los gobiernos. Era la forma cotidiana de acallar las protestas, la crítica y la oposición en cuanto tal.
Sin embargo eso generaba mártires; mártires que eran imitados por muchos otros, lo que provocaba continuas revueltas, huelgas, revoluciones. No faltaron tampoco los vengadores de los caídos: Paulino Pallás, Santiago Salvador Franch, Simón Radowitzky, Ravachol, Vaillant, Miguel Artal, Francisco Sabaté Llopart, Miguel Angiolillo y otros muchos forman parte de esa pléyade de vengadores que hicieron justicia por su propia mano a los verdugos del pueblo (1).
Con el tiempo los gobiernos cayeron en la cuenta de que la censura no hacía sino propagar más aquello que se pretendía silenciar (2). Las organizaciones reprimidas que pasaban a la clandestinidad comúnmente sobrevivían a la represión y, en cuanto podían, regresaban a la luz pública, no sin antes agregar nuevos adeptos y regresar con más bríos a la lucha. Los gobiernos comprendieron entonces que para acabar con la oposición no basta con eliminar a sus miembros más destacados, ni tampoco con reprimirles.
Entendieron bien aquel axioma que versa “A toda acción corresponde una reacción en igual magnitud y dirección pero de sentido opuesto.” (3) y comprendieron a su vez que en lugar de reprimir a la oposición, es necesario anularla.


Ejemplos actuales de intentos de anulación de la revolución

Parte de esos intentos por anular a la oposición es el hecho de que haya grupos liberales y con nexos con el gobierno que se hacen pasar por revolucionarios.
Ejemplos actuales de esto lo tenemos por ejemplo en todos los partidos de izquierda, desde la marxista hasta la liberal, que pretenden hacernos creer que combaten al gobierno… a ese mismo gobierno del cual reciben subvenciones. Organizaciones del tipo Partido Comunista, la FARV en Venezuela o la CGT española son dignos ejemplos de los intentos del gobierno por anular la lucha de los trabajadores con organizaciones que, si bien en el papel y en la palabra reivindican la revolución (4), en realidad no hacen sino servir a los intereses de los enemigos del pueblo, para el cual trabajan, del cual viven, y que no dudarán en defender cuando los trabajadores se alisten para destruir toda forma de dominación; y de ello tampoco faltan numerosos ejemplos en la historia humana.


Deducciones lógicas sobre las consecuencias del actuar del gobierno y complicidad de los movimientos pacifistas

Un recorte presupuestal para una escuela o cualquier otro servicio, un rescate bancario, una subida de impuestos o un encarecimiento de la vida va a generar molestias en la población. Esto lo saben perfectamente los gobiernos y piensan:

“¿Cuál es la mejor forma de anular el descontento en las poblaciones debido a nuestro actuar? ¡Ah!, si tienen que haber protestas, mejor que sean controladas por nosotros, o como mínimo que sean dentro del marco que nos permita controlarlas, es decir, dentro del marco de la ley”

Por esto mismo es que un movimiento que dice “Haremos todo conforme a la ley” es un movimiento que quizá sin saberlo sirve directamente a los intereses del gobierno. Un movimiento que indica desde un comienzo “No somos antisistema” es un movimiento que se pone a lado del polizonte, del cura y del capitalista en contra de quienes deseamos destruir éste sistema de muerte. Un movimiento que dice “Somos pacíficos” es un movimiento que pone la cabeza para ser guillotinada sin responder de ninguna forma; y lo que es peor: arrastra consigo hacia la vergüenza a quienes participan en sus actos, aunque sea sin coincidir con sus puntos de vista, sino simple y sencillamente por participar con el pueblo.
Todos los mencionados anteriormente, al actuar así, no hacen sino hacer más gruesas las cadenas que carga el pueblo; ese mismo pueblo por el que dicen que luchan.
No quiero englobar en estos juicios a la totalidad del movimiento, pues como he dicho antes creo que hay gente sincera.
Pero ¿Qué decir cuando estos movimientos acusan directamente a quienes deciden que se debe hacer frente a las fuerzas de represión del gobierno?
Tenemos por ejemplo el vergonzoso caso del 25’S (5) en España, donde los protocolos para la movilización del 29 de ese mismo mes indican:

“En cualquier momento violento, pedimos a todos “asentada” todos nos sentamos en el suelo, así se verá a gran distancia quien es esa persona, le filmamos la cara, lo señalamos y le gritamos todos "Fuera de Aquí", si hace algo violento dejamos que la policía lo detenga, después nos levantamos y continuamos con la manifestación.”

O cuando en octubre del 2012 durante un acto en solidaridad con los detenidos de la Escuela Normal de Tiripetio donde un grupo de anarquistas se enfrentó a la policía, seguido tal hecho de una declaración que más bien parecía salida de infiltrados de la policía por parte del #Yosoy132:

“La protesta en Insurgentes Sur era pacífica. #YoSoy132 denuncia a enmascarados que iniciaron enfrentamiento con SSP” (6)

Y vaya por delante que este tipo de declaraciones se han respaldado con muchos hechos donde directamente han acusado a compañeros que saliéndose de los límites que impone el Estado, deciden luchar de manera directa enfrentando a las fuerzas de represión.
No es solamente complicidad con el gobierno lo que se nota al leer tales declaraciones, o ver tales hechos. Más que eso, se trata de una dependencia directa a la autoridad, al poder, a la explotación, lo que denotan este tipo de movimientos.
Tales actos demuestran la actitud pacífica a ultranza por parte de estos movimientos. Lo cual no está mal dado que son libres (dentro de los márgenes que permite el Estado; una libertad más simbólica que real) de hacerlo.
A lo que no tienen derecho es a señalar a quienes no comparten sus ideas, entregarlos virtual y anticipadamente a la policía y hacer de custodio de los privilegios a los que supuestamente combaten.
Tienen todo el derecho de disfrutar de una buena paliza, si ese es su gusto. Pero tienen igualmente el deber de respetar a quienes se fajan los pantalones y hacen frente a las fuerzas represivas del Estado.
Analicemos ahora dos cuestiones vitales dentro de estos movimientos: El respeto a las leyes y su pacifismo.


Objetivos equivocados conducen a emplear métodos equivocados

Hablar de hacer las movilizaciones y acciones siempre “dentro del marco de la ley” es un contrasentido terrible: pedir permiso al gobierno para protestar contra el gobierno no es precisamente la mejor forma de hacer que una causa triunfe.
Si encerramos a una persona en una habitación y le decimos que es libre de moverse dentro siempre y cuando no se salga de la habitación, tal persona no puede decirse jamás libre.
Las leyes están hechas siempre y en todos los países no para evitar el crimen, ni siquiera para castigarlo del todo, sino para perpetuar el sistema que permita la ejecución de tales crímenes. Para perpetuar el sistema en sí y no en defensa de nada ni de nadie que no sea el sistema.
¿Cómo pues, se pretende que se mejoren las condiciones del pueblo obedeciendo a las leyes, cuando son esas mismas leyes las causantes de la desgracia de todos?
El gobierno del cual se quejan es el encargado de vigilar por la aplicación (7) de las leyes; luego estas leyes sirven al gobierno (y a su vez le legitiman como órgano) para la defensa de éste sistema; éste sistema y éstas leyes permiten al gobierno la aplicación de cuanta reforma haga; luego esas reformas van siempre encaminadas a proteger a las clases privilegiadas y a empobrecer todavía un poco más al pueblo trabajador.
Ahora bien, y hablando del pacifismo, atacar las leyes o luchar al margen de ellas tiene sus consecuencias: las fuerzas represivas del gobierno, policía o ejército, están precisamente para asegurar por medio de la fuerza el respeto a las leyes y a sus patrones los capitalistas. En toda la historia humana donde ha existido el gobierno (8) no ha dudado éste en masacrar a las poblaciones que se rebelan contra sus leyes, aunque tan solo sea para reformarlas.
¿Cómo se pretende entonces que se respeten las leyes para remediar unas condiciones sociales que las mismas leyes permiten y fomentan?
Luego, y si hemos comprendido que toda lucha por una transformación social debe luchar no sólo contra los privilegios, sino por encima de las leyes mismas, entenderemos que una transformación de la sociedad no se hará con actos pacíficos, por lo cual el pacifismo me parece que ya queda por descontado. Y al decir transformación de la sociedad no decimos maquillar la esclavitud, sino arrancarla de tajo.
Se entiende entonces que promover una lucha obedeciendo a las leyes del Estado, pidiendo permiso a éste para luchar y adelantando que son materia dispuesta a ser golpeada sin ofrecer respuesta es promover una lucha destinada al fracaso.
Una lucha que como mucho logrará desgastar y cansar a quienes de manera sincera participan deseando cambiar las cosas. Un desgaste de fuerzas es lo único que esos movimientos generan.


La errónea convocatoria a los actos de estos movimientos

Al margen de los logros que hayan podido tener (si es que los han tenido y si es que a eso se le puede llamar “Logros”), es una cosa la que me llama mucho la atención: la forma en que se hacen las convocatorias.
Estas siempre se hacen bajo las premisas de anunciar a los cuatro vientos la épica frase que se ha hecho tristemente famosa en las movilizaciones de estos movimientos: “Somos pacíficos. No deseamos la violencia”
A mi parecer esto es un error terrible.

- Pensemos primero cómo sería una convocatoria de manera violenta: al ser las redes sociales una de las principales herramientas de convocatoria de estos movimientos, y teniendo siempre en cuenta los espías que los gobiernos insertan en todas las luchas sociales, se comprende fácilmente que el gobierno sabrá con anticipación al acto la naturaleza del mismo, y que eso tendrá por corolario un fuerte operativo policial, detenidos, golpeados, etc.
Es entonces un desatino anunciar una concentración de carácter violento.
Pero si es un desatino anunciar la violencia, anunciar el pacifismo es un acto propio de dementes:

- Pensemos como la policía: pese a ir protegidos físicamente saben que se arriesgan a recibir golpes. Sus escudos y otras armas no son suficientes ante una masa de gente dispuesta a todo… pero todo eso cambia cuando aquellos a los que van a enfrentar se agachan sumisamente y declaran con un orgullo difícil de comprender “No deseamos la violencia”
Es entonces cuando el policía endereza la espalda, alza la frente y se alista para ir a partir cabezas ante una masa inerte que no se defenderá.
En lugar de sentir los nervios normales de un enfrentamiento se sienten tranquilos, no hay peligro para ellos… eso será un paseo donde se ensañarán cuanto puedan al saber que no obtendrán respuesta. Quedan de esta forma muy bien con sus patrones los capitalistas, pues han cumplido bien con las órdenes de mantener a raya a los manifestantes ¿Pero no son los propios convocantes quienes por adelantado le han dado la victoria a la policía? ¿No hay cierta complicidad en ello? ¿Acaso la saña de la policía no haya su principal soporte en que los manifestantes anticipadamente se han derrotado a sí mismos en la lucha con la tan cantada, gastada e ineficaz (ineficaz si se propone transformar las condiciones actuales en que se encuentra el pueblo) “Resistencia pacífica”?
Tanto decir que se trata de un acto violento es malo, como declararse pacífico es dañino. El uno acarrea la represión, el otro pone la cabeza de los asistentes a los actos ante las bestias de los cuerpos de policía.
Deben ser las circunstancias las que determinen el momento, y no otra cosa.
Puede quedar muy bien y al estilo Gandhi sacar un panfleto o una convocatoria pacifista, pero en los hechos es una herramienta de lucha que hasta ahora no ha servido sino para que esas masas que no están concientizadas (todo parece indicar que no lo están; de estarlo no serían pacifistas) de a quienes se enfrentan sean masacradas ya que lo hacen con métodos tan fuertemente erróneos que a veces hacen pensar que son preparados anticipadamente para que la policía de una muestra al pueblo de su “fuerza”; fuerza que, tenemos que decirlo, no se debe al cien por ciento al adiestramiento que reciben, sino a la complacencia en ser golpeados que demuestran los asistentes.


La espectacularidad de la lucha como medio de lucha ineficaz

Lo primero que viene a la mente cuando vemos que las convocatorias no son para meter presión en las calles o fuera de los parlamentos y demás edificios del gobierno, sino simple y llanamente para sentarse, hacer ruido, alzar las manitas diciendo “Éstas son nuestras armas” cuando les golpean y llevar máscaras de una conocida película inglesa, es que más que manifestaciones de protesta parece que todo está pensado más en hacer un espectáculo ante las cámaras de televisión que realmente parar los pies a los dominadores del pueblo.
Nada falta en el espectáculo: estudiantes de verborrea que se venden luego a quienes dicen combatir (9), máscaras de Guy Fawkes, alarde vergonzoso al pacifismo y claro, no falta tampoco quien se pierda definitivamente de la realidad y regale flores… a los que le esperan armados como robots y dispuestos a abrirle la cabeza a golpes. Tampoco falta el que se siente Gandhi y pretende que dando un abrazo a un policía, o alzando las manos, detendrá la violencia de la policía.
Para más inri y si estas actuaciones no fueran suficientes para que al verlas por primera vez se rectificara en ese camino, hay que recordar la defensa a ultranza que hacen de las instituciones opresivas del Estado.


La lucha por la libertad convertida en lucha por defensa de los privilegios

No es para nadie un secreto el cómo estos movimientos no dudan en defender las leyes.
En España los llamados indignados no dudan en pedir la dimisión del presidente en turno, y brilla por su ausencia la carencia total de una crítica al Estado en sí, y no únicamente al poder actuante del momento.
Atacar a un gobierno o a una forma determinada de gobierno no significa en absoluto que se esté contra el gobierno en sí, es decir, como institución independientemente de qué color sea la bandera del partido que actúe dentro de ese gobierno.
Los socialistas, los marxistas, todos los izquierdistas e incluso los derechistas, los fascistas y hasta los monárquicos, todos, absolutamente todos, atacan y critican al gobierno que se encuentre en el poder.
Si es de derechas todas las ramas de la izquierda no dudan en mostrar su descontento con el gobierno; si es de izquierdas el gobierno, la derecha hará ver las ineptitudes del gobierno actuante.
Los derechistas vanagloriarán a Franco, al Partido Revolucionario Institucional de México o al mismísimo Hitler, y dirán pestes de la izquierda.
Los izquierdistas por su parte vanagloriarán a Fidel Castro, a Stalin o incluso al carnicero Mao, y tratarán de demostrar la podredumbre del gobierno de derechas.
¿En qué se diferencian de ellos los llamados indignados, el #YoSoy132, etc.?
Ninguno, (y se comprende que no lo hagan dado que no son revolucionarios) ni la izquierda ni la derecha y los rebeldes inspirados en Gandhi y Guy Fawkes se atreven a cuestionar la existencia misma del gobierno, y se limitan tan solo a proponer reformas para embellecer la esclavitud, hacerla más oficial o menos cruenta, pero nunca se atreven a tocar el sagrado principio de la autoridad para destruirlo.
Eso compañeros, con todas sus letras, se llama RE-FOR-MA.
¿En qué contexto nace el #YoSoy132 en México?
Nace en el contexto de las elecciones presidenciales del 2012. Nace como crítica a la descarada imposición que Televisa hizo de Peña Nieto… ¡Pero mucho ojo!
Desde que nace sus planteamientos no son en ningún momento una crítica a la evidencia de que ganara quien ganara el pueblo mexicano iba a salir perjudicado dadas las propuestas de los 4 candidatos en materia de política, seguridad y economía.
Se limitaron a criticar la imposición de Peña Nieto, dejando en un margen honroso al candidato de la izquierda, a la candidata de la derecha (que de hecho proponía continuar con la política seguida por Felipe Calderón con el resultado de más de 90.000 asesinados en su sexenio) sin preocuparse de sus propuestas y al nimio candidato hijastro de Elba Ester Gordillo.
Enrique Peña Nieto es un fascista, como sabe la mayoría del pueblo mexicano.
Pero Gabriel Quadri, Josefina Vázquez Mota y López Obrador no son ciertamente mejor que Peña Nieto… y sin embargo la lucha del #YoSoy132 iba encaminada a que en México hubiera unas elecciones “Limpias” (10), “Democratización de los medios de comunicación” (11) y cosas por el estilo.
Las declaraciones de los indignados de España a cerca de que no son “Antisistema” son bastante esclarecedoras para saber que van por el mismo camino que el #YoSoy132 en México: únicamente la lucha por nuevas reformas políticas que hagan menos descarado el expolio y abuso que sobre el pueblo ejercen los capitalistas.
Si existieran instituciones más o menos claras en sus acciones, el pueblo tuviera un mediano nivel de vida a costa de su trabajo y la miseria (que existe en todos países) no fuera tan evidente, estos organismos o no existirían o estarían trabajando a lado del gobierno para continuar explotando a las capas laboriosas… eso sí, en un medio democrático.
Exigir más democracia, como hacen estos movimientos, es otra cosa que llama la atención: exigen simplemente aquello que es lo que tiene al pueblo sometido.


Afinidades de estos movimientos con organizaciones gubernamentales:

Vaya por delante que las afinidades no siempre son recíprocas, pero sin embargo existen.
Así como estos movimientos no dudan en apoyar a las instituciones opresivas del Estado (Propiedad privada, leyes, etc.), éstas a su vez se identifican con estos movimientos a los que ven de dos maneras: o para cooptarlos y así anular el peligro de movilizaciones sociales, o simplemente para darse ellos mismos una apariencia de “liberales” al apoyar las movilizaciones.
Un ejemplo de esto lo encontramos en quienes se dejaron cooptar por el gobierno, como aquello de la “Candidatura 15M” (http://www.candidatura15m.com), o el ejemplo que pusimos anteriormente del exvocero de #YoSoy132 trabajando para Televisa. Así mismo encontramos ejemplos muy claros como aquello de los “Policías indignados”, cuya página web se puede consultar en https://www.facebook.com/policias.indignados y en https://www.facebook.com/ellostambien.sonindignados


Los gobiernos felices de la existencia de estos movimientos:

Claramente este tipo de luchas tiene características que se distinguen a leguas: la defensa de las instituciones del Estado, respeto a las leyes burguesas que subyugan al pueblo, pacifismo recalcitrante, aspiración a simples y llanas reformas.
Todo esto ¿A quién beneficia?
Hemos visto que es inútil e infantil anunciar el carácter de una movilización; hemos visto que a los gobiernos les beneficia más un movimiento fácil de encarrilar un movimiento que reprimirlo directamente; hemos visto que ningún gobierno cae con una simple sentada, o mostrando las manos al aire.
No es gratuito que la misma Iglesia Católica mexicana haya dado su visto bueno al #YoSoy132 en junio del 2012, pues saben perfectamente que mientras los movimientos sociales se limiten a respetar la ley en lugar de combatirla, a respetar las instituciones del Estado en lugar de buscar su destrucción, a pretender que el castillo estatal se va a caer a soplidos como en el cuento de niños, ellos, el clero, el capitalismo y el Estado estarán a salvo.


Rectifiquemos:

Siento si alguien se sintió agredido al leer el artículo. Mi intención no es la crítica simple, sino la crítica que nos haga avanzar juntos, pero seria y efectivamente.
No compañeros, debemos rectificar el camino: la lucha es larga, dolorosa y llena de espinas. Pero es necesario enfrentarla de manera realista si deseamos un futuro mejor para nuestros hijos, si de verdad deseamos cambiar el mundo.
Es preciso que comprendamos que nuestra lucha no debe cambiar el color del látigo, sino eliminarlo; no debemos maquillar la explotación con un nuevo gobierno, sino suprimirlos a todos.
Y cuando comprendamos eso, veremos claramente que esto es una guerra, y que las guerras no se ganan con flores, sino combatiendo al enemigo cara a cara, de tú a tú, contestando a la violencia gubernamental con la violencia revolucionaria.
Entonces, y solamente entonces compañeros, podremos estar seguros de que cambiaremos el mundo.


Salud, revolución y conciencia.




Erick Benítez Martínez.
Noviembre del 2012.


Notas:

1.- No se olvide nunca que si nuestros compañeros actuaron como lo hicieron fue siempre como respuesta a un gobierno déspota que, como buen sicario al servicio del capitalismo, asesinaba sin piedad al pueblo trabajador.
2.- Lo que con el tiempo se conocería como “Efecto Streisand” en la era tecnológica.
3.- 3ª ley de Newton.
4.- Aquí habría que diferenciar las cosas: revolución deseamos tanto los anarquistas, los marxistas e incluso los liberales y demócratas que no están a gusto con el gobierno actual. La diferencia entre los anarquistas y el resto de los demás es que mientras los otros desean una revolución política, es decir, una revolución que solamente transforme el sistema de explotación –léase reformismo-, pero sin destruirlo, los anarquistas deseamos la revolución social, es decir, una revolución que no cambie el sistema de explotación, sino que lo destruya. Nuestra revolución es, pues, una revolución social.
5.- 25 de Septiembre del 2012, durante la convocatoria para rodear el congreso que terminó en vergonzosas palizas a los manifestantes. Eso sí, con tan solo dos minutos de una honrosa acción de un par de chicos que se defendieron.
6.- Aclaraciones para compañeros no residentes en México: Tiripetio es una escuela de Morelia Michoacán en México. SSP es la Secretaría de Seguridad Pública.
7.- Preferentemente y sobre todo aquellas que atañen al respeto de los privilegios –Respeto a la propiedad privada, respeto al clero, respeto al enriquecimiento de unos pocos a costa de la enorme mayoría explotada, etc.-
8.- Decimos donde ha existido el gobierno porque aunque se empeñen los estatistas en decir que el gobierno del hombre sobre el hombre es una institución natural –es decir inherente al ser humano-, el gobierno apenas data de hace 5000 años. Antes de esto el ser humano vivió 50.000 años sin gobierno. Para más datos sobre este tema consultar mi trabajo Apuntes sobre el comunismo anarquista y otros textos, en el primer capítulo.
9.- Nota. Hay que recordar aquí la entrada el 29 de octubre del 2012 de Antonio Attolini, ex vocero de #YoSoy132 a Televisa –Sí, a esa misma Televisa que decía combatir y repudiar-, la empresa televisiva multinacional y multimafiosa contra la que supuestamente #YoSoy132 tiene declarada la guerra.
10.- Nota. No existió por ningún lado una crítica a la trampa que las elecciones significan para el pueblo. Si las elecciones hubiesen sido limpias –Que no lo fueron- y hubiera ganado cualquier candidato, #YoSoy132 hubiera aplaudido que el pueblo mexicano tuviera un nuevo tirano. Democracia y estatismo, como es la lucha de #YoSoy 132 no puede ser nunca ni revolución ni justicia. Tengamos en cuenta esto a la hora de valorizarlos como gente que pueda cambiar las cosas. Al ser su lucha un medio de defensa de las instituciones u omisión del verdadero actuar de dichas instituciones, no son más que grupos reformistas.
11.- Nota. Hace falta ser ciego para no comprender que los medios de comunicación no pueden ser libres dentro de un órgano de poder que funda su existencia en gran medida en la existencia de los medios de comunicación que moldean al pueblo para ser sumiso y callado. Y es de recalcar que quienes ignoran o fingen ignorar esto son ni más ni menos que estudiantes de universidad.

FORO ANARQUISTA