Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

jueves, enero 31, 2013

lunes, enero 28, 2013

miércoles, enero 16, 2013

El pueblo contra el proletariado






Owen Jones denuncia en un exitoso ensayo la demonización interesada de la clase obrera
El autor es una de las promesas del pensamiento británico.



Aunque la palabra chav resulta intraducible a otras lenguas, cualquier recién llegado a Reino Unido intuirá de inmediato que ese concepto tan recurrente en los medios de comunicación locales no significa nada bueno. El chav es una persona de clase baja y a menudo joven, adepta a la ropa deportiva de marca (real o de imitación). Un ser vulgar y rayano en el comportamiento antisocial, según los diccionarios ingleses que han incorporado el nuevo e informal vocablo. Los seguidores españoles de la serie humorística de la BBC Little Britainpueden identificarlo en el personaje de Vicky Pollard, madre soltera adolescente que viste un horrendo chándal rosa, roba chucherías en el supermercado y busca nuevos embarazos para seguir cobrando el cheque de ayuda social. El periodista y escritor Owen Jones (Sheffield, 1984) es probablemente uno de los pocos televidentes que no le ríen las gracias, porque ve en esa Vicky el estereotipo al que ha sido reducida la clase trabajadora por parte de una élite política y periodística: una especie irresponsable, indeseable y parásita en la que nadie se reconoce.

“La pobreza y el paro ya no son percibidos como problemas sociales, sino en relación con los defectos individuales: si la gente es pobre, es porque es vaga. ¿Para qué tener entonces un Estado del Bienestar?”, plantea Jones en el libro Chavs: La Demonización de la Clase Obrera (Capitán Swing Libros) que ha provocado muchos oleajes en el Reino Unido y lo ha convertido en un referente de la nueva izquierda británica. El autor de ese diagnóstico no es ningún veterano nostálgico de otros y mejores tiempos, sino el portador de un rostro angelical y aniñado que no hace justicia a sus 28 años. Un joven que transita por Londres en bicicleta y que fácilmente podría confundirse entre el grupo de estudiantes que visita la British Library, lugar que ha propuesto para la cita. Y, sin embargo, una primera obra lo ha convertido en una estrella mediática, indispensable en los debates de calado, y ha traspasado los confines nacionales hasta merecer la atención de medios tan influyentes como The New York Times y su traducción a varias lenguas, entre ellas la española. En la versión que llega a las librerías se añade un epílogo con un brillante análisis de las razones de los disturbios que asolaron Gran Bretaña en verano de 2011 y sobre los que los medios informaron estableciendo vínculos entre la devastación callejera y los tópicos chav, como la capucha o la influencia de los videojuegos.

Él mismo reconoce que, “de haberse publicado tres o cuatro años antes, cuando los estragos de la crisis económica no eran tan palpables, el libro quizá no habría suscitado el mismo interés”. “Los chavs son un fenómeno muy británico, pero por ejemplo España también es un país de clases, una sociedad desigual donde los brutales programas de austeridad se están cebando en la gente corriente”.

Lejos de un farragoso tratado, el libro de Jones es fácil de leer e ilustra con ejemplos actuales y bien conocidos del público su tesis sobre la demonización de la clase obrera: “Pretendo desmontar los mitos (asentados en más de tres lustros de bonanza económica) de que ‘ahora todos somos de clase media’, que la división de clases es anticuada y que la creciente desigualdad es producto de los fallos del individuo”.


El escritor británico Owen Jones.
La obra da saltos en el tiempo para reflexionar sobre el antiguo concepto de una clase obrera respetada como uno de los puntales de la economía hasta su conversión en esa “escoria que pretende el establishment neoliberal”. También es una diatriba contra los medios, transformados “en una élite encerrada en una burbuja de privilegios y desconectada de los problemas de la gente corriente”. Ellos han contribuido a forjar en el imaginario colectivo la perniciosa noción del chav. Jones describe en el libro el tratamiento desigual y sesgado que tuvieron en la prensa sendos secuestros de dos niñas inglesas, Madeleine McCann y Shannon Matthews. De la primera, la hija de una pareja de médicos cuyo caso mereció enorme cobertura también en España, llegó a escribirse: “Esto no suele sucederle a gente como nosotros” (léase clase media).

La madre de la segunda, una mujer que vive de los beneficios sociales, fue desde el primer momento estigmatizada como una chav incapaz de cuidar de su prole. Y, por extensión, lo fue toda la clase que encarna, mientras se obviaba la movilización de su comunidad para localizar a Shannon.

“Vivimos en una era de reacción y derrota”, se lamenta este activista cuyo objetivo esencial es “recuperar una voz para la clase obrera, aquella que hace tres décadas trabajaba en la mina, las fábricas y los muelles y que hoy lo hace en supermercados, call centers o cafés” por sueldos de risa. La mayoría pertenecen a su generación y ya no son un colectivo organizado como antaño. Si bien el movimiento de los indignados que ocupó la City, Wall Street y las calles españolas “llenó un vacío y ayudó a expresar la ira de la gente”, Jones considera que “no es una alternativa”. Ahí se manifiesta el hijo de un matrimonio de sindicalistas, con carné del Labour desde los 15 años, a pesar de la “traición” que ha supuesto el viraje de este partido hacia la derecha. ¿No cree que muchos jóvenes consideran a los sindicatos una antigualla de la era pretecnológica? Responde con otra pregunta: “¿Por qué es anticuado querer que los trabajadores se unan y se apoyen?”

EL PAÍS


lunes, enero 14, 2013

¿Que es el Anarquismo? documental

sábado, enero 12, 2013

El poder asesino y un pueblo en lucha: 80 años de la matanza de Casas Viejas




Hace 80 años de la conocida matanza de Casas Viejas, que acabó con la vida de la familia “Seisdedos”, que desenmascaró a la República, que dejó claro (por si a alguien le cabía alguna duda) los métodos que usa el poder para defenderse. El gobierno, lejos de ser una especie de mediador social que representa a la mayoría del pueblo, se descubre como órgano al servicio de los intereses propios y de la burguesía, defendiendo su modo de vida que parasita a la clase trabajadora.

La clase trabajadora de Casas Viejas, en 1933, proclama el comunismo libertario, proclama la libertad de todas las personas del yugo del capitalismo y de la opresión del estado y, pese a ser un pequeño pueblo de Cádiz (bastante alejado del poder central), el gobierno ve en ello una amenaza que hay que aniquilar y la guardia civil y los guardias de asalto corren a ejecutar las órdenes de sus amos, llevados también por el rencor propio contra los que se defendieron de la persecución, de la humillación, de la privación de libertad.

La búsqueda de la libertad propia y ajena es una lucha tan fuerte que se transmite más allá del espacio y del tiempo: por eso los sucesos de Casas Viejas eran y son un peligro para el sistema, que nos quiere hacer pasar por una locura, por idealismo, el hecho de que alguien proclame y luche por el comunismo libertario. Por eso se ha intentado vender como un producto comercial las muertes de Casas Viejas, haciendo un hotel que mediante el morbo y el amarillismo haga el pasado más ajeno al presente. Este hotel, cuyo proyecto comenzó en 2006 y ya lleva un tiempo acabado y funcionando, no sólo pretendía instalarse sobre las ruinas de la casa de Seisdedos y simular la década de los 30 sino que pretendía llamarse Libertaria, haciendo referencia a la superviviente de los sucesos que fue encarcelada y tres años más tarde fusilada, llamándose finalmente Utopía. El capitalismo, como vemos, intenta asumir en su discurso cualquier variante, aunque sea contraria a él mismo, para anularla haciéndola un cuadro de museo, vacío de cualquier contenido más allá de él mismo y falto de acción.

Pero nosotros tenemos nuestra propia historia, nuestra propia memoria. Nosotros no podemos olvidar a los asesinados ni a sus asesinos: sus asesinos y los de hoy son los mismos, son aquellos que ostentan el poder político y económico, ya que sus aspiraciones y las nuestras son las mismas. Tampoco nos resignaremos a que el poner nos permita poner calles en su nombre, devolver el nombre de Casas Viejas a un pueblo hasta hace poco conocido como Benalup para enterrar la memoria o elevar monumentos, son migajas concedidas porque en sí mismas no significan nada. Es necesaria una memoria viva que recuerde por qué dieron su vida muchos habitantes de Casas Viejas. Es necesario señalar a los culpables de nuestra esclavitud que también fue la suya, es necesario seguir con la lucha. Es necesario el comunismo libertario, hacia él vamos con todos los vencidos de la historia.

“Quien ametralla al pueblo, quien lleva la batuta /son los guardias de asalto que son hijos de puta”

Canción Popular

G. A. HELIOGÁBALO

La invención del “sindicalismo combativo” y sus consecuencias para la CNT





La invención del “sindicalismo combativo” y sus consecuencias para la CNT
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Por Gerardo Fernández

Clasificar a los sindicatos en dos grupos: sindicatos de Estado y sindicatos combativos, como hizo Beltrán Roca en su artículo titulado “ Cuestión de modelos. Sindicalismo de Estado y sindicalismo combativo en la Andalucía contemporánea”,fue un paso previo para propugnar la unidad de acción del llamado sindicalismo combativo. Sin embargo,dicha clasificación carece de lógica. Beltrán Roca entiende por sindicalismo combativo “aquel sindicalismo que, además de defender los intereses de clase ,mantiene un discurso y una práctica orientada a la transformación social, que se traducen, entre otras cuestiones en su alejamiento del sistema de concertación o pactos sociales”. Respecto a la transformación social,es obvio que cualquier sindicato cambia la sociedad en mayor o menor medida. Respecto al alejamiento de los pactos sociales, habrá que ver si ha rechazado participar en esa concertación ,porque si no ha accedido a esa posibilidad no se puede caracterizar a ese sindicato como no pactista. Podría ser no pactista por falta de oportunidades. El Estado y la Patronal no necesita ,por ahora, a los llamados sindicatos combativos para pactar. Si,en un futuro,hiciese falta su colaboración ,no sería extraño que lo hicieran.


La CNT colaboró con el Estado plenamente del 36 al 39.
Por sindicalismo de Estado entiende B. Roca a áquel “ que ha renunciado en la práctica a cualquier tipo de transformación social y aspiración revolucionaria al participar en una serie de pactos con Gobierno y Patronal que garantizan la paz social desde los años setenta del pasado siglo”. Añade en esta definición la falta de aspiración revolucionaria pero no incluye esa aspiración en la descripción de sindicalismo combativo .Parece que aludir a la revolución en el ámbito del sindicalismo combativo no es procedente. Sus teorizadores sabrán la razón. También menciona las subvenciones,los cursillos y cesión de locales,que no son exclusiva de CCOO y UGT sino también de CGT y otros sindicatos “ combativos”..Tampoco son características específicas del sindicalismo de Estado la falta de democracia interna, el funcionamiento jerárquico derivado de las elecciones a Comités de empresa ,el delegacionismo o la falta de implicación de la militancia.
Aunque B. Roca no parece del todo convencido del valor de su clasificación no por ello deja de usarla porque de lo que se trata es de impulsar la estrategia de unidad de acción de los llamados sindicatos combativos.


La unidad de acción del “sindicalismo combativo”.

La estrategia de Beltrán Roca es la unidad de acción de los sindicatos combativos.
“La colaboración entre las distintos organizaciones del sindicalismo combativo es vital para ofrecer una respuesta al embiste neoliberal contra la clase obrera”.Pero,a partir de una caracterización defectuosa de los sindicatos como la anterior, no parece razonable construir una estrategia acertada. Ya van dos años de unidad de acción y los resultados no son una respuesta adecuada al “embiste neoliberal” como afirmaban B.Roca y otros. Por un lado,sindicatos además de CNT y CGT, hay muchos y muy variados y ello implica una gran dificultad para que se unan. Por otro,allí donde se ha reali
zado la unidad de acción de varios sindicatos la capacidad de movilización es similar a la suma de las fuerzas de cada organización; es decir no se ha producido ninguna multiplicación de fuerzas. La clase obrera ,o mejor dicho masa obrera,no estaba esperando la unidad de acción para lanzarse a la calle. No se ha captado el grado real de apatía de la masa obrera. Hay sumas que suman, sumas que restan,sumas que multiplican y sumas que dividen. Para la CNT la unidad de acción ha sido una suma que resta porque parte de la organización no ha apoyado esa unidad de acción haciendo uso del federalismo que le es propio a cada sindicato. Pero también ha sido una suma que divide internamente porque para participar en ciertos actos se han firmado escritos conjuntos reivindicando la nacionalización de la banca, la renta básica o la defensa de los servicios estatales . Apunta B. Roca que “cada organización
debe seguir su línea de acción propia, crecer y fortalecerse, y coordinar entre sí sus actuaciones para multiplicar sus fuerzas”. Ni lo uno ni lo otro ha sucedido,al menos a la CNT .Ni ha crecido ,ni se ha fortalecido. Además se ha desorientado perdiendo la referencia de sus finalidades antiestatistas aceptando el paraguas socialdemócrata.

Ahora bien, una vez que la CGT se ha pasado al bando de los mayoritarios en algunas manifestaciones del verano y, sobre todo ,en la convocatoria del 14-N y en la desconvocatoria del 31 -O, la unidad en el ámbito nacional debería finalizar.
La unidad de acción fue el producto milagro del complejo de inferioridad y de la falta calidad militante de quienes la impulsaron. En el fondo,no fue más que una manera de mirarse el ombligo al creer que todo dependía de la falta de unión del “sindicalismo combativo”.

La desmovilización obrera.

Sin embargo, el hecho fundamental es que la masa obrera ha adquirido hábitos burgueses convirtiéndose en seres con identidad y vocación de consumidores carentes de espíritu de lucha y renuentes a organizarse con otros trabajadores. De ahí que no haya disposición a huelgas indefinidas y sí a manifestaciones que no suponen
ningún problema para el gobierno.
La historia no es como la cuenta Marx y Engels al principio del “Manifiesto Comunista”:”La historia de todas las sociedades hasta el día de hoy es historia de luchas de clases. Libre y esclavo,patricio y plebeyo,señor y siervo,maestro y oficial,en suma,opresores y oprimidos han estado y están enfrentados entre sí,han mantenido una lucha ininterrumpida,ya oculta ya abierta,una lucha que en todos los casos terminó con una transformación revolucionaria de toda la sociedad, o bien con el hundimiento conjunto de las clases en lucha”. Ni antes ni ahora las luchas de la clase oprimida han sido constantes sino de corta duración e intermitentes. En ello el papel del Estado ha sido fundamental para generar el conformismo consumista. Papel que los marxistas y socialdemócratas no señalan puesto que para ellos el Estado es una institución a conquistar pero no a suprimir.
Hasta Manu García en el periódico “CNT” nº 393,página 15 reconoce que “sigue faltando en el escenario político español el bloque que supere la atomización y la dispersión de las luchas y reivindicaciones de los de abajo” y ésto después de impulsar como estrategia de la CNT ser con otros o no ser.

Resultados de una estrategia equivocada.

En primer lugar la unidad de acción del llamado “sindicalismo combativo” no ha logrado ningún éxito en la lucha contra los recortes y la reforma laboral. No es previsible que a corto plazo se consiga algo por este camino.
En segundo lugar, la afiliación y la militancia de la CNT ha disminuído en cantidad.
Se anunciaba que esta estrategia y algunos acuerdos del último congreso iban a producir un incremento importante de la afiliación y de la militancia; ha sucedido todo lo contrario.
En tercer lugar, la CNT ha aceptado reivindicaciones como la renta básica, la nacionalización de la banca y la defensa de los servicios estatales como propias en algunos de los comunicados conjuntos, que son incompatibles con sus acuerdos relativos al principio antiestatista ,la táctica de la acción directa y la finalidad de suprimir el Estado. Pero ,para Manu García en el “CNT” nº 393, pag.15 ,no es suficiente puesto que nos pide “máxima generosidad,un esfuerzo de compresión (comprensión, supongo) mutua, de búsqueda de lo que nos une a todas las fuerzas populares. Podemos andar camino juntos sin renunciar a las especificidades propias “, aunque reconoce que las jornadas de lucha conjunta no pasan de lo simbólico. Se trata de llevar a cabo una colaboración más consistente y constante. Es decir, ubicados delante del abismo hay que dar un paso adelante.
Posiblemente la militancia libertaria se mueva más fuera de la CNT que dentro y de ahí se derivaría la debilidad cuantitativa y cualitativa del sindicato. Asombra que con la experiencia histórica desafortunada de la CNT en unidades de acción (durante la guerra civil,por ejemplo) que condujeron a la derrota y a la división interna del sindicato se haya adoptado una estrategia como la actual.

Publicado por S.O.V. CNT-OVIEDO