Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

viernes, noviembre 02, 2012

FAMILY LIFE







MAÑANA CLAUSURA DEL CICLO DE CINE E INAUGURACIÓN DE EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA

El sábado 3 de noviembre a las 19:00h se proyectara en el local del SOV de Cádiz la película de Ken Loach "Family life",prevista como clausura del ciclo de cine de verano,pero que hubo que ser pospuesta ante una visita de los amigos de lo ajeno que se llevaron entre otras cosas,el proyector que nos habían prestado.

Pero como el anarcosindicalismo es una proyecto de futuro,proyectaremos dicha película pese a quien pese e inauguraremos una exposición fotográfica sobre la obra constructiva de la revolución ibérica (1936-1938) que no fue un proyecto,sino una realidad que demostró que la autogestión es la mas eficiente de las economías y la cultura el camino a la libertad.

Sindicato de Oficios Varios CNT-AIT Cádiz

Avenida Ana de Viya Nº3
Cádiz

www.cntsovcadiz.blogspot.com








anice es una joven de diecinueve años que vive en una colonia de casas adosadas -monótonamente idénticas- de las afueras de Londres, con unos padres autoritarios y puritanos, transmisores de los valores más tópicos de la sociedad burguesa tardicional. A Janice, desgarrada entre el padre ausente y la madre dominante, este mundo de orden rutinario le resulta insoportable. Intenta evadirse de él para conquistar su independencia, pero no le está permitido, como tampoco tener el hijo que desea tras haber quedado embarazada. Obligada a abortar “por su bien”, Janice se desmorona psicológicamente, entre reproches y culpabilizaciones, hasta elaborar un desarrollo paranoide que dificulta su equilibrio mental. Llevada a un hospital psiquiátrico, es asignada a un pabellón poco convencional, dirigido por un médico tolerante que trata de fomentar entre sus pacientes la autonomía individual y el respeto a la vivencia de su enfermedad, en interrelación terapéutica con los demás pacientes y sin presiones coercitivas del exterior. Así logra salir de alta, pero la experiencia de reinserción social dura poco y, tras los nuevos choques familiares, la paciente reingresa en el centro.


También en el hospital han cambiado las cosas, y la junta directiva decide prescindir del psiquiatra crítico, cerrando aquel servicio alternativo por su dudoso rendimiento. Y Janice cae en manos de los representantes del viejo orden asistencial, mantenido exclusivamente por medio de electrochoques y terapias biológicas. Cuando se fuga, tratando de huir del circuito de control con ayuda de Tim, un joven pintor con el que mantiene una relación amistosa, es encontrada en casa de éste y sometida de nuevo al orden custodial Todas las posibilidades de remedio están ya agotadas. Janice acabará convertida en una inexpresiva enferma psicótica que será mostrada en sesión clínica en un anfiteatro docente al que asisten, indiferentes, los alumnos de Medicina. En pleno estupor catatónico, ni siquiera escuchará el discurso del profesor que presenta el caso: “Janice…, hija de una familia feliz, de unos padres respetables…”. Excluida de la sociedad, ha devenido definitivamente un caso psiquiátrico, en vías de cronicidad.
Family Life fue una de las películas que más llamaron la atención dentro de las carteleras europeas de los años 72-74. Presentada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes de 1972, pronto adquirió una dimensión pública que superaba los márgenes estrictos del ámbito cinematográfico, En Francia, donde estuvo inicialmente prohibida, se autorizó su proyección, siempre y cuando se acompañara del siguiente aviso: “Se anuncia que esta película trata de la evolución de una joven hacia una muy grave enfermedad mental, y que es, por ello, susceptible de turbar a algunas personas”. A raíz del estreno en Madrid de Family Life - el primero de una película de Loach en nuestro país – se ofrecieron en la revista Triunfo (12 de enero de 1974) dos versiones críticas del film: la de Diego Galán y la de Pablo Berbén. Mientras el primero se extendía sobre las virtudes del filme, afirmando que “la renovación estilística de Loach consiste en haber sabido sintetizar lo que de válido conservan aún tres escuelas que no supieron en su momento adecuarse a las nuevas necesidades del público más inquieto. El neorrealismo, el “cinema-verité” y el “free-cinema” son condensados por este inglés de treinta y ocho años, que observa atentamente la realidad de cada día para proponer en el cine una visión profunda de la sociedad”; el segundo, rebatía con Family Life las limitaciones de un medio como el cine “donde la objetividad no existe – es curioso que el cine, salvo en contadas y muy elogiables excepciones, no haya conseguido liberarse del todo de su pecado original, el de la reducción de los problemas a una lucha de “buenos” y “malos” -, y confundiremos insensiblemente el personaje “simpático” -y desdichado, y oprimido, y alienado- con todo un grupo universal similar”.
Family Life es la adaptación cinematográfica del telefilme In Two Minds (1967), otro guión de David Mercer llevado a la pantalla por Loach para las Wednesday Plays, producciones televisivas que serían determinantes para su formación como cineasta. Mercer, que había seguido una carrera en la televisión británica con incursiones en el cine -como su guión Morgan, un caso clínico (1965), dirigido por Karol Reisz-, había estado sometido a tratamiento psiquiátrico a finales de los años cincuenta y ello le había sensibilizado frente al carácter anulador que la psiquiatría tradicional podía llegar a tener.
Family Life surge de la influencia que sobre David Mercer, Ken Loach y el productor Tony Garnett ejercieron las teorías “sociogenéticas” acerca de la interacción de la familia en la aparición de la esquizofrenia, que en su versión radical plantearon en la década de los 70 Ronald Laing y David Cooper, líderes carismáticos del movimiento en contra del autoritarismo del viejo orden institucional. Esos eran los principios básicos de aquella orientación asistencial, que alcanzó gran popularidad a partir de los años 60 bajo la denominación de antipsiquiatría, un término tan desmesurada como efímero. La hipótesis central de Laing consistía – según explica Guillermo Rendueles en El desencanto psiquiátrico (Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura. N¬∫ 37: 94-95) -”en articular la razón familiar en torno a paradojas pragmáticas que sustituían la experiencia real de sus miembros, o las contradicciones entre ellos, por falsas versiones de la historia familiar que confundían y descalificaban la razón y la experiencia de los más débiles conduciéndolos a la ‘inseguridad ontológica’ primero y a la locura después. La familia ‘normal’, desde el ejemplo más simple, encubría su función autoritaria con tácticas de descalificación y confusión de las experiencias reales de sus miembros más jóvenes: en lugar de decir ‘!Vete a la cama que es tarde y te ordeno que te acuestes’, en la familia normal se dice: ‘!Vete a la cama que tienes sueño!’, y ante la negativa subjetiva del sueño la afirmación ‘Yo sé que tienes sueño’ cierra un círculo descalificador de la percepción del sueño y de la posición del sujeto. Con ello la comunicación familiar iniciaría un proceso de enajenación que imposibilitaría la “validación de la experiencia”
y la construcción de un yo con seguridad ontológica, sustituido en los casos graves, por un yo invalidado por dobles órdenes imposibles de cumplir y por mixtificaciones de las experiencias reales de los malestares familiares. El sentido común que dicta una versión de lo real familiar entra en contradicción con un miembro más veraz descalificado como loco o malo. La popularidad de esta versión de la locura -el psicótico como héroe contracultural- llegó, más allá de lo técnico, al público en general a través de películas tales como Family Life“.
De entre los conflictos internos de orden lógico, generadores de “inseguridad ontológica”, exactamente presentados en el guión del filme destacaría dos:
1. Descalificación y confusión de una experiencia real: Janice es obligada a abortar “por su propio bien” por unos padres que explícitamente condenan tales prácticas.
2. Doble orden: la madre de Janice se niega a abrirle la puerta de casa un día que llega tarde y le ordena que se vaya. Mientras Janice se marcha, la madre baja a abrirle. Al día siguiente recriminará violentamente a la hija el que se hubiese ido.
Pese a que cabe criticar a la película el carácter maniqueo que en el momento de su estreno en España ya señalara Berbén desde las páginas de Triunfo y a que a estas alturas nadie duda que hay determinados neurotransmisores mezclados en los procesos de alienación mental y que el defecto esquizofrénico no es un doble de la enfermedad mental creado por la institución psiquiátrica (hipótesis de Basaglia) ni el resultado exclusivo de la interiorización en el individuo de la alienación social (hipótesis de Cooper), también es necesario reconocer a Family Life, como la hace Jean Garrabé en La noche oscura del ser. Una historia de la esquizofrenia (1996: 239), haber contribuido de manera decisiva “a hacer que la esquizofrenia saliera del campo estrecho de los especialistas que hasta entonces eran los únicos interesados en ella y que no habían encontrado entre el público, así fuera cultivado, un eco a sus estudios para hacer del tema una cuestión sobre la que cada quien (periodista, escritor, filósofo) pensó que debería tener una opinión, aun si no había tenido nunca relaciones directas con individuos afectados por tales trastornos, y estos nuevos opinantes se situaron incluso dentro de algún campo teórico. √âste fue un efecto paradójico de este filme antipsiquiátrico que, al buscar verdaderamente la desaparición del concepto psiquiátrico de esquizofrenia, lo colocó por el contrario en el centro mismo de las reflexiones ontológicas contemporáneas, lo que constituye un viraje esencial en la historia cultural de esta psicosis”.