Siempre hemos vivido en la miseria, y nos acomodaremos a ella por algún tiempo. Pero no olvide que los obreros son los únicos productores de riqueza. Somos nosotros, los obreros, los que hacemos marchar las máquinas en las industrias, los que extraemos el carbón y los minerales de las minas, los que construimos ciudades…¿Por qué no vamos, pues, a construir y aún en mejores condiciones para reemplazar lo destruido? Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo en la última fase de su historia. Pero -le repito- a nosotros no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante.

B. DURRUTI

lunes, marzo 21, 2011

: Campaña contra Elecciones Sindicales


Salud, organización y Revolución Social Anarquista


¿QUE SON LAS ELECCIONES SINDICALES?
De nuevo elecciones sindicales. Otra vez eres llamado/a a votar. Antes de
que lo hagas, este folleto va a explicarte en qué consisten esas
elecciones
sindicales.

Origen de las elecciones.

Estas elecciones son herederas de las elecciones que se realizaban durante
la dictadura franquista. En esa época existía un sindicato obligatorio,
que
era llamado Sindicato Vertical. Periódicamente los trabajadores eran
llamados a elegir a sus Enlaces Sindicales. Aunque otros sindicatos
estaban
prohibidos, los miembros de CCOO, de USO, sectores cristianos, comunistas,
participaban en las elecciones como independientes. CNT y UGT boicoteaban
esos procesos electorales a los que consideraban simples farsas destinadas
a sostener la dictadura dándole un aire democrático, y eliminar cualquier
tipo de conflicto social. Cuando murió el general Franco, desapareció el
Sindicato Vertical debido a las múltiples protestas de los trabajadores en
el año 1976. Los herederos del franquismo, la UCD, convocaron elecciones
en
las que empezaron a participar todos los sindicatos actualmente
existentes.
CNT decidió boicotear esos procesos electorales por una serie de motivos
que os vamos a enumerar.

A) Lo que pasa antes de las elecciones.

1.- Sólo una minoría de trabajadores son llamados a las urnas. En España,
según datos del Ministerio de Trabajo, hay más de dos millones de empresas
que contratan a menos de cinco trabajadores. Las elecciones sindicales
dejan fuera de juego a millones de trabajadores jóvenes, precarios,
inmigrantes, a mujeres, a sectores que son precisamente los más débiles
del
mercado laboral.

2.- Los trabajadores que sí tienen elecciones sindicales, normalmente en
empresas de más de 250 trabajadores, se ven obligados a elegir una
candidatura cerrada de candidatos. Es decir, ni puede presentarse
cualquiera a las elecciones, ni se puede votar al candidato preferido, ya
que la candidatura marca el orden estricto de los candidatos. No puedes
tachar a quien te resulte antipático, ni adelantar al que tú consideres
más
idóneo. Si quieres presentarte a candidato, tienes que montar una
candidatura o meterte en una ya hecha.

3.- Los sindicatos suelen montar sus candidaturas con cualquier tipo de
persona que se preste a ello. No valoran las cualidades de los candidatos,
sino que buscan a mientras más gente mejor. Van a la caza del candidato
con
un discurso que les dice: preséntate, no importa si luego no quieres hacer
nada. Los sindicatos intentan tan sólo presentar muchas candidaturas y
sacar muchos delegados.

4.- Como la ley otorga una serie de privilegios a los candidatos elegidos,
muchos de los candidatos se presentan a las elecciones por obtener esas
prebendas: crédito horario, estabilidad en el puesto de trabajo, libertad
de movimientos.

5.- Para atraer a los votantes, los sindicatos necesitan un programa y
hacer una campaña. El programa es siempre una promesa en la que se deja
para mañana lo que debería ser conseguido hoy. Además, puedes comprobar
que
todos los programas prometen lo mismo: derechos, democracia, etc. Es
sabido
que una vez conseguido el cargo, el programa es dejado a un lado.

6.- Las elecciones implican una lucha sucia e inmoral entre sindicatos.
Las distintas centrales intentan a toda costa evitar la presentación de
candidaturas rivales. Por ello los candidatos son presionados para que
renuncien, las listas vigiladas para impugnarlas, y el proceso revisado
para hacerlo caer. A los sindicatos no les interesa la democracia, la
pluralidad de opiniones, la presentación de opciones diversas, sino la
destrucción del rival.

B) El día de las elecciones

1.- En el día electoral asistirás al espectáculo de ver a apoderados,
interventores y supervisores sindicales pasear por los distintos servicios
y centros de trabajo, cazando votantes. Ese día se dora la píldora al
trabajador. Se le recuerdan pasados favores hechos, y los que aún puede
recibir: traslados de puesto, promoción, carrera profesional, acceso a
cursillos y horas extras, etc. Es el día en que por medio de la sonrisa,
del agarre del brazo y de la invitación a la cerveza, los sindicalistas
confraternizan con el currante.

2.- En el día electoral, si te decides ir a votar, sentirás la extraña
sensación de estar realizando un ritual vacío, carente de sentido. Es como
ir a misa sin ser católico. Las motivaciones para el voto, son de lo más
diversas. Unos votan porque hay que votar; otros por ver que pasa; otros
por escaquearse un rato del curro; otros votan por no quedar mal ante
fulano o zutano; otros por miedo a perder sus posiciones privilegiadas. Y
muy pocos, por no decir nadie, piensa que están eligiendo a sus
representantes laborales. Hay además, un montón de gente que no vota ¿Por
qué?

C) Después de las elecciones

1.- Porque mediante las elecciones no eliges a tus representantes. Al
votar lo que haces es otorgar poder a una persona para que decida en tu
nombre. Tú no puedes controlar al delegado, no puedes exigirle que cumpla
su programa, rápidamente olvidado. La ley otorga al delegado poder para
negociar, firmar e imponer su voluntad al trabajador; por la posición que
ocupa traba amistad con jefes, directivos y capataces; consigue mano para
enchufes, chanchullos, pasteleos y enjuagues. El delegado es un
especialista que aprende normativa y leyes, que te explica lo que está
bien
y está mal de acuerdo con la ley. ¿Y has visto tú alguna vez que la ley te
beneficie?

2.- Tu delegado, además, si está encuadrado en un sindicato, es controlado
por la organización a que pertenece, que se apresurará a quitarle sus
recursos (horas de liberación), para otorgárselas a los jefes sindicales.
Esos jefes están muy por encima de tus pequeñas necesidades (salarios,
turnos, movilidad, uniformes, calzados)... y se dedican a cuestiones de
alta política: pactos, reconversiones, grandes acuerdos pasan por sus
manos. Y gracias a ellos, cada año que pasa hay nuevos retrocesos. Hay
miedo, sumisión y despidos.

3.- El proceso electoral está montado para que una vez hayas votado, te
calles. Tú pintarás muy poco ante el delegado, ante el comité y ante el
sindicato, que sólo desea que votes, que no des problemas y que pagues la
cuota. Con lo cual aprendes que hay que ser pasivo, que protestando sólo
consigues hacerte antipático, y que lo mejor es dedicarte a tus asuntos. Y
una vez domesticado, los sindicatos te echan en cara que no te interesa
nada, que no participas, y que por eso ellos no consiguen resultados.

4.- A pesar de todo, hay delegados honrados, y comités que intentan hacer
bien las cosas y luchar por los derechos de los trabajadores. Pero el
hecho
es que hay una separación, una división entre el trabajador que hace su
trabajo, y el delegado que está liberado o que dispone de horas
sindicales.
Tú no te acabarás de fiar de un delegado que no sabes a qué dedica su
tiempo, y al que ves en reuniones de las que te enteras de muy poco; y él
no se fía de tí, porque te ve egoísta, pasivo, apegado a tus cosas,
ignorante de un montón de problemas y limitado a tu propio punto de vista.
Los choques son inevitables. Porque el delegado combativo está solo: nada
puede contra la patronal y sus recursos, ni contra los sindicatos, ni
contra los delegados corruptos. Rápidamente se quema y aprende la lección:
o se corrompe, o pierde entusiasmo, o dimite. Desengáñate: el Capitán
Trueno no existe.

5.- Entonces, si las elecciones no valen para que tu voz se oiga, ¿para
qué sirven? Las elecciones sindicales sirven para asignar la
representatividad de los sindicatos a nivel nacional. Así, cada voto
recibido sirve para que esos sindicatos obtengan la etiqueta de
representativos o mayoritarios. Gracias a esa falsa etiqueta, el gobierno
y
la patronal reparten más de 600 millones de euros anuales (más de cien mil
millones de pesetas) en subvenciones directas e indirectas (pagos de
cursos, proyectos, empresas, liberaciones, subvenciones monetarias,
locales, fungibles...). Estas subvenciones sirven para nutrir a una casta
de sindicalistas profesionales, cuya principal misión en esta vida es no
perder la poltrona. Y para ello, pactan lo que haga falta con quienes les
pagan.

6.- Hay un último punto que reluce después de las elecciones sindicales:
el voto no es secreto. En primer lugar, se sabe quién vota y quién no
vota.
El delegado sabrá si te has abstenido, y en consecuencia, te tratará con
menos benevolencia que si sí votas. En segundo lugar, tras las elecciones
los delegados someten a escrupuloso escrutinio los censos electorales, y
los comparan con los resultados obtenidos. Dado que cada sindicato
controla
quienes son sus potenciales votantes (afiliados y simpatizantes), y
quienes
son sus potenciales enemigos (miembros de otros sindicatos), pueden
cuadrar
las cuentas y valorar si cada cual ha votado a quien debe votar. Si votas
en blanco, nulo, o a otro sindicato distinto del tuyo, eso se acabará
sabiendo. Por lo tanto hay que denunciar la falacia del voto secreto.

D) ¿Qué intereses defienden las elecciones sindicales?

Las Elecciones Sindicales y todo el actual sistema sindical español,
defienden los intereses de las empresas. El empresario es el que mantiene
económicamente el sindicato (él paga locales y liberaciones). El
empresario
negocia con un empleado suyo que es el sindicalista. El sindicalista en el
mejor de los casos, hace el control de calidad de la empresa, procura que
se cumpla la ley y señala al empresario los defectos que debe corregir.
Pero no es la persona que intenta profundizar y obtener el más y mejor
para
los trabajadores. Esto es así porque los trabajadores permanecen pasivos y
resignados, ya que la ley sindical y laboral los obliga al silencio y a la
impotencia.

E) ¿Qué podemos hacer?

Lo primero, no colaborar con la farsa: no votar. Votar es un derecho, pero
no es un deber. Si te ofrecen ser candidato, no aceptes. Si eres delegado,
dimite. Pero hay que hacer algo más. No basta con quejarse, con decir que
todo está muy mal. Aunque la abstención electoral sea en muchos casos
superior al 50%-70%, basta con un porcentaje mínimo de votantes (los votos
de los delegados y sindicalistas interesados en salir, y los de sus
amigos), para que el Estado reparta entre ellos sus subvenciones. Una
abstención pasiva beneficia a los sindicatos mal llamados mayoritarios.
Por
eso es fundamental que tú te conviertas en tu propio delegado, que tú te
organices con el resto de tus compañeros, que tú hables de cuáles son tus
problemas, que tú protestes, que tú decidas... Es preciso que te des
cuenta
que tú no eres culpable de lo mal que está el mundo, porque los culpables
son ellos. Pero que sí eres responsable de lo que sucede. Si te quedas
quieto, y te callas harás exactamente lo que ellos esperan de ti.

F) Existe un modelo alternativo

Es el modelo sindical de la CNT. La CNT funciona en las empresas por medio
de secciones sindicales, que dependiendo de la circunstancia, están
legalizadas, o son clandestinas. Una sección sindical de CNT está formada
por los afiliados de CNT, que reunidos en asamblea debaten sus problemas y
deciden las acciones que deben emprender para solucionarlos. No hay
privilegios, ni liberaciones, ni subvenciones ni poder en manos de los
delegados de la CNT, ya que toda capacidad de decisión pasa por la
asamblea. Desde nuestro punto de vista, no son necesarios ni las
elecciones
sindicales ni los comités de empresa para hacer sindicalismo. Esa sección
sindical recibe apoyo y solidaridad de la totalidad del sindicato, y
presta
su ayuda a otras secciones cuando lo precisan.